1 ¿Qué aportación has hecho como dramaturgo a la obra El mar y las estrellas?

Mi pieza se titula ‘Agatha’, y, dentro de la estructura de la función, es la central, justo la que corresponde al periodo de la estancia en una isla. Antonio e Irma abordaron, respectivamente, la llegada y la partida, principio y final.


2. ¿Por qué has motivos te has decidido por el personaje de Agatha Christie? ¿Qué te interesaba destacar de su persona?

Me fijé en aquello que fuera susceptible de darle forma dramática. El periodo vital que atravesaba Agatha Christie cuando visitó las islas resultó ser muy convulso para ella. No terminaba de encontrar su sitio, ni artísticamente ni como persona. Convertirla en personaje teatral no fue excesivamente difícil por aquello de que las malas noticias para un personaje escrito, sus infortunios, son buenas para el autor, te habilitan para desarrollar el personaje e imaginar cómo pudo ser esa salida a sus conflictos. De la Agatha escritora conocemos bastante, de la persona algo menos, y eso intenté hacer: imaginarla. Tiende a pensarse en ella como una especie de señora mayor sentada en su sillita y… nada de eso, allá cuando pudo hacía surf y montaba en patines. Tal cual lo cuento.
3. ¿Qué valores aporta este personaje y esta historia al público joven que vea la obra?

El personaje público, Agatha Christie escribió 66 novelas de intriga, se dice rápido. Evidentemente fue alguien que hizo de su pasión su profesión, y creo que eso es algo a los que todos debemos aspirar, jóvenes y no tan jóvenes. Centrándonos en la historia que contamos en ‘El mar y las estrellas’, damos con una mujer que no se pliega a la posición que de ella se espera, que pelea por ser quién ella considera que es. Sin duda, una persona valiente.
4. Como autor teatral, ¿qué tipo de teatro te interesa hacer?

Mi narrativa está muy influenciada por la escritura anglosajona desde mitad del siglo XX hasta hoy. Esto no se limita sólo al teatro, también al cine y a la televisión. Me gusta aplicar las narrativas de estos otros medios al teatro. El público tiene una formación muy completa en cuanto a la narración de historias, lo sepan o no, y esto te habilita a usar recursos que quizá hace no demasiado eran impensables.
5. ¿Cuál es tu proceso de trabajo? ¿De qué recursos y herramientas te vales para llevar a cabo tu labor?

Según. En el caso de ‘El mar y las estrellas’ me llamaron para participar en el proyecto y tanto Rafael Rodríguez como José Ramón Fernández tenían muy claras “las reglas del juego”. Nos las propusieron y fue un placer sumarme a ellas, ir descubriendo esos mundos y compartirlos con los compañeros, una gozada. Cuando el proyecto sale de mí procuro dejarme imaginar todo lo posible. Esto parece fácil y no lo es tanto, hay que sembrar la imaginación con lectura, cine y vida. De las inquietudes de uno salen las historias que uno quiere contar. Y, por supuesto, benditas bibliotecas públicas y bendito Internet para documentarnos.
6. Como autor canario ¿cómo ves el teatro de nuestras islas? ¿Y la dramaturgia?

Existe una constante en el teatro canario desde siempre y es que la insularidad se paga. Es costoso salir y entrar. Esto es un problema en un arte que vive en gran medida del intercambio fluido de ideas. Sin embargo, percibo una gran profesionalidad que compensa este inconveniente y que sigue proponiendo trabajos de calidad. En cuanto a la dramaturgia canaria, goza cada vez de mayor salud y empieza a ser un referente nacional, ahí tenemos a mis compañeros de escritura en ‘El mar y las estrellas’ o a los hermanos Bazo.
7. ¿Qué recomendaciones le darías a un chico o una chica que esté pensando dedicarse a esto de la escritura teatral?

Que vea mucho teatro. Y que lea. Después de esto, que lea y después que vea mucho teatro. ¡Ah! Lo olvidaba: que vea teatro. Y otra cosa: que lea.